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El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos. La Patria que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos. Hablamos la unidad incluso cuando callamos. Bajito y lloviendo nos hablamos las palabras que encuentran la unidad que nos abraza en la historia y para desechar el olvido que nos enfrenta y destruye. Nuestra palabra, nuestro canto y nuestro grito, es para que ya no mueran más los muertos. Para que vivan luchamos, para que vivan cantamos...(Manifiesto Zapatista)

06 noviembre 2010

Tu Vos

En el micro no hay nada más generosamente escándaloso que un diálogo entre sordomudos. Hace falta que el micro vaya escazamente poblado, con algunos asientos que esperan un culo que soportar y personas que pierden su mirada en algún punto fijo de la ventana o de otro asiento. Y cuando digo lo pierden, lo pierden. Porque en realidad no miran algo, es todo lo contrario. Evitan mirar algo. O Alguien. Yo no se si el contacto humano es repugnante o qué, pero es impresindible prevenir que dos miradas que recorren la misma ruta aérea se crucen. Rápido!! esa pupila se acerca! esquivala! Cómo te vas a mirar con un desconocido?! Cómo te vas a dignar a reconocer en esos ojos las sensaciones que atraviesan a ese alguien. Cómo no ser humano, demasiado humano.

Hay que prevenir el contacto de cualquier manera. Por eso también es recomendable usar auriculares. No queremos oír. Para qué escuchar si tampoco vamos a hablar. No vamos a decir nada. Silenciémonos con música y locutores que nos pinten la realidad de alguna manera que nos haga reir. La realidad, en realidad, es mejor cuando nos la cuentan a través del eter. Es mucho mejor que palparla, setirla, olerla, rozarla....

Date cuenta. En el preciso momento en que dos manos deciden ocupar el mismo espacio de metal frío para sostenerse, basta que esa parte lateral de la mano se junte con la del desconocido para que automáticamente estas slgan despedidas como si se hubieran apoyado sobre brasas. Hay que buscar un lugar donde no haya piel que compartir.

No podemos soportarnos, ni escucharnos ni mirarnos ni tocarnos. Pero yo lo que no puedo soportar es tu verguenza casi escatológica de hablar y reirte a carcajadas, de lanzar una abrumadora putiada de sorpresa; de apoyar mi mano sobre la tuya y mirarte bien a los ojos para no pedirte perdón y darte las gracias. Porque estás en mi dermis y en la de todos. Me marea tu timidez insipida de esquivar a tus pares y sobre todo a tus impares.

Por eso yo prefiero el espontaneo escándalo de los sordomudos.

Los presiento por el ravillo del ojo, se me asoman sus ademanes, sus caras llenas de anécdota. Trato de adivinar sus historias. Y les presto atención. Les regalo atención. Y aunque ellos no lo sepan, jugamos al amigo invisible. Les regalo atención porque ellos son los únicos que me regalan algo humanamente vivencial. Y yo vivencio con ellos. Aunque erre la película, ellos me transportan a algún lugar, en un tiempo donde seguro a una o varias personas les pasó algo. Y me expresan libremente su cotidiana verdad. Con palabras que quieren salir y no pueden, emes que se entrecortan en código morsa. Sónidos empujados por brazos y rostros hechos voz. Hechos vos. Hechos yo.

¿Me conoces??
No me conoces aún


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