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El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos. La Patria que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos. Hablamos la unidad incluso cuando callamos. Bajito y lloviendo nos hablamos las palabras que encuentran la unidad que nos abraza en la historia y para desechar el olvido que nos enfrenta y destruye. Nuestra palabra, nuestro canto y nuestro grito, es para que ya no mueran más los muertos. Para que vivan luchamos, para que vivan cantamos...(Manifiesto Zapatista)

11 marzo 2009

Arbolito (Osvaldo Bayer)

Oye mi niño parece ha cambiado la suerte
son esos hombres de arriba cargados de muerte
traen sus armas que queman la piel si te dan
quieren quedarse las tierras los bosques y el mar.
Cómo explicarte mi niño algo que yo no entiendo
vienen cerrando los campos y poniendo dueños
y en su camino salvaje bañando de sangre
todas las cosas que el sol ilumina en la tarde.
Arbolito...
tu lanza nuestro camino,
Arbolito...
las pampas son tu destino.
El coronel y su tropa avanzan por la tierra
traen de Europa el más nuevo manual de la guerra
indios salvajes que no tienen Dios ni gobierno
van a tener que aprender a morir como perros!
Un joven indio ya harto de tanta prepotencia
tantos hermanos caídos vengarlos quisiera
ansioso espera a la tropa que ahí viene, que ahí llega
volteó al valiente coronel... y le cortó la cabeza!
Arbolito...
tu lanza nuestro camino,
Arbolito...
las pampas son tu destino
Arbolito...
tu lanza nuestro camino
Arbolito...
la tierra nos nace en el grito!



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Arbolito, el vindicador

En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad.

Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.

Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía "hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles", un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban "Arbolito" lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.

La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino.

Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda.

La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito.

Osvaldo Bayer

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