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El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos. La Patria que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos. Hablamos la unidad incluso cuando callamos. Bajito y lloviendo nos hablamos las palabras que encuentran la unidad que nos abraza en la historia y para desechar el olvido que nos enfrenta y destruye. Nuestra palabra, nuestro canto y nuestro grito, es para que ya no mueran más los muertos. Para que vivan luchamos, para que vivan cantamos...(Manifiesto Zapatista)

17 septiembre 2010

LA PANZA QUE CRUJE



Esa noche permaneció en el patio tendida de espaldas. Un pacto con la luna la mantenía despierta, pero en sus ojos ese misterio de onda melancolía ya se acumulaba y empezaba a descender por su ahora pálido rostro. En su vientre ya no sentía el suave cosquilleo del delicado batir de alas. Un otoño de mariposas muertas hacía crujir su interior.



Los días nublados, la crisálida, otra vez pensaba en arrastrarse. Tal vez ese viento frío podría darle impulso....pero ellos tiemblan, no de frío. Sino de temor.


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Como cuando era niño, Pedro Astú, apoyó los codos sobre la mesa del comedor y cubrió sus mejillas con las palmas de sus manos. Por un segundo pudo volver a escuchar el desgastado sarcasmo de los más grandes "Qué!? se te está cayendo la cabeza?", pero sólo por un segundo, porque casi de inmediato perdió su mirada en el viejo cuadro que antes había estado en casa de sus abuelos, un cuadro repetido, un cuadro que parecía haberlo visto en otras tantas casas iguales, en otras idénticas paredes. La montaña de picos nevados que paulatinamente se va coloreando de tonos oscuros y que en rápido descenso irrumpe un brillante pasto verde que sirve de alfombra para una cabaña de madera ya vieja, con su respectiva chimenea y pequeñas refractarias ventanitas; el rio que bordea la casa con el agua aún más brillante es observado por un cielo infinitamente celeste apenas salpicado de esponjosas nubes. No hay sol, pero si brillo. No hay gente. No hay una sola persona en todo ese universo rectangular que permanece delante de Pedro Astú, pero puede verse la vida. Por unos momentos vienen a su mente muchas dudas. Ciertamente se pregunta por qué tantas veces se ocultan las fuentes, sólo importa el resultado, la superficie, lo esteta...pero nadie sabe, nadie sabe qué es lo que brilla.

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Y el tiempo pasó, como pasan miles de años entre medias..... la crisálida despejó todos sus temores y todos sus dolores. Dejó crecer todo su AmorOdio y todo su OdioAmor.



Dejó de arratrarse. Ya no esparciría lagrimas en la tierra. En ella maduró aquella noción, aquel concepto, aquella demanda. Dejarse. Dejarse ser. Dejarse de joder y volar.



Se esfumaron los rasos vientos helados y en su lugar aparecieron intrépidas corrientes de aire tibio que ascendían a ese secreto cielo que nos guarda. Y los cambios del clima trajeron aparejados otros cambios.



Silencio


Ya no se escuchaba ese sempinterno crujir.



Con el pasar de los días ese cementerio de mariposas secas se fue desgastando, deshaciendo como en una especie de tamiz.



Y al polvo vamos....



Curiosamente esos restos se fueron mezclando con los líquidos vitales de la crisálida formando una extraña pasta que fue absorVida por todos los poros, tejidos y conductos del que antes fue un frágil cuerpo. En una metamorfosis ancestral se fundieron , como si siempre las dos hubieran sido una; y la una, dos.



Se dejó llevar....




Parece que ella habia comprado un boleto de ida al mundo, y ahora estaba de vuelta. Aperece y desaparece como esa brisa que mueve los cables del trole. Abrazada a la cola de un cometa amarillo se mecía liberadoramente entre los arboles. Liberadora mente. Mente libre. La armonía de sus colores volantes desteñía todo ese mundo terrestre mediocre o medio ocre al que tan beio ser no podía acostumbrarse.

Se hamacaba esquivando rayos de sol, jugando a la mancha con las mariposas. Y en las noches repetía su juego con la luna y las luciérnagas.

Sus piernas, sus brazos, su cuello, su pelo. Ella toda, sincronizada a la atmósfera. Se dejaba llevar por los caprichos del viento y al mismo tiempo parecía contorcionarse en esa agonía que sólo nos recuerda al amor.

Las aves y las nubes descolgaban la mirada y al verla se preguntaban en su interior con un total desengaño exitensialista ¿Por qué vivimos? Pero ella cada vez que se acercaba al suelo sólo era sólo para tomar envión.

En las calles los transeuntes transhumentes la observaban en un golpe de vista fugaz que les recordaba que ellos alguna vez tambien habian querido ser libres. Pero no podían ya dejarse llevar, ya estaban absorvidos por la gran maquinaria. Los insípidos religiosos de siempre le rogaban a sus dioses no sentir envidia por aquella hermosa verdad.

En qué senderos aéreos se habrá escabullido ella, en qué ramas se habrá apartado del suelo. Pensando que a muchos les quitaba el sueño, cuando en realidad les regalaba uno.

y ella en el aire...

Ella en el aire despejaba toda nube y toda duda,
se retorcía, subía, bajaba, se contorsionaba;
se anudaba y se desnudaba;
se entregaba, se estiraba, se encogía;
se abrazaba y te abrasaba;
desfallecía y recordaba;
se mecía, se perdía; se encontraba;
sonreía,
resplandecía,
atardecía,
ilusionaba
y amanecía


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Pedro Astú descubrió que hacía tanto tiempo que no levantaba los ojos, que se había olvidado del cielo....





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